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martes, 14 de abril de 2015

ENTENDIENDO Y TRASCENDIENDO LOS CONFLICTOS

El tema de los conflictos está inmerso en las relaciones entre los seres humanos.  Debido a nuestras características únicas, cada uno de nosotros percibe la vida a través de determinados filtros que hace que su percepción de las situaciones sea también única.  Sin embargo hay ciertas tendencias de acuerdo a los roles que tendemos a jugar, roles que se van moldeando de acuerdo a nuestras dinámicas personales, historias familiares y sociales y personalidad.  ¿Porqué en la relación con algunas personas salen nuestros mejores aspectos y en otras, por el contrario afloran nuestras más difíciles o complicadas características?  Generalmente cuando estamos en situaciones de conflicto, se puede detectar lo que Karpman llamo el triángulo dramático.  En este triángulo se juegan tres roles ya bastante conocidos: El perseguidor, la víctima y el salvador.  Implican diferentes estados del yo o sub-personalidades.  Ninguno de los tres es mejor que el otro, solo son formas a través de las cuales nos llegamos a relacionar disfuncionalmente con los demás, con las circunstancias e incluso con nosotros mismos (as)


Entendamos cada uno de estos roles:
El perseguidor: también se le conoce como el padre crítico, el juez, el padre sombra, porque expresa una forma disfuncional de liderazgo paterno.  Es el rol que se afirma agrediendo de diferentes manera a las demás personas; puede ser criticando, descalificando,  juzgando, culpando, acusando, humillando, amenazando o ejerciendo medidas de poder si las cosas no se hacen como él quiere.  En general, en el rol de perseguidor, se quiere controlar a los demás y el ambiente, se percibe las situaciones desde una perspectiva de todo o nada, se tiene una actitud condenatoria, crítica, humillante y acusadora con los demás.  Además, en este rol, se atribuyen el derecho de hacer que los demás actúen de acuerdo a sus deseos y puntos de vista, pero en el fondo evita todo aquello que le haga contactar con sus sentimientos de incapacidad, vergüenza y vulnerabilidad.
El salvador: Se le conoce también como el “complaciente”, “sobreprotector”, mártir, o la “madre sombra” porque es una forma disfuncional de expresar afecto. Es el rol que busca afirmarse preocupándose excesivamente por las necesidades y sentimientos de los demás, incluso a costa de sus propias necesidades.  Socialmente tiende a confundirse con un espíritu caritativo, pero se debe distinguir según las motivaciones internas.  El salvador cree que si se compadece y se sacrifica por los demás, será  querido y los demás necesitaran de él.  Se considera “una buena persona” y  se siente orgulloso de su sacrificio por el prójimo, de ser servicial, responsabilizarse por el bienestar de los otros creyendo que sabe lo que es mejor para ellos. Esto finalmente se convierte en una descalificación de los  recursos y habilidades para resolver  problemas que puedan tener las demás personas.Actúa motivado por la culpa, la obligación y la responsabilidad.  En general no se hace consciente de sus propias necesidades y sentimientos y mucho menos les da la importancia que merecen y por ello termina sintiéndose agobiado, drenado y finalmente poco apreciado. Además tiende a evitar las situaciones difíciles, pretendiendo que todo está bien, apaciguando y evitando los conflictos.Todas estas características y conductas lo hacen caer fácilmente en relaciones de codependencia.
La víctima: También llamado “niño sombra”, “niño desamparado” o  “niño herido”,es una postura infantil que hace que la persona se  sienta indefensa y vulnerable.  Quien actúa en este rol, está anclado en el pasado con un  espíritu infantil y  se percibe así mismo como inexperto e incapaz de cuidar de sí mismo y de tomar decisiones.   Se siente  a merced de las circunstancias externas y de los manejos de los demás, se siente víctima de su “pasado”, de unos “genes defectuosos” o de “malas  decisiones”.  Su nivel de energía y fuerza vital son débiles y no contacta con su poder personal. Como se siente frágil o imperfecto cree necesitar cualquier tipo de ayuda o apoyo externo. Incluso puede también manipular a otros para obtener cuidados o protección, atención, aprobación, y compasión.  Cuando nos sentimosdolidos, traicionados, abandonados, incomprendidos, controlados o sintamos pena de nosotros mismos, estamos en el papel de víctimas.
  
Generalmente se requiere que tengamos un triángulo dramático interno activo, para ser enganchado por otras personas o situaciones en esta dinámica. El triángulo dramático refuerza creencias negativas del pasado limitando nuestra vida y estancándola.  Es además una forma sesgada a través de la cual percibimos nuestras relaciones con los demás  y nuestra vida en general.
Aunque la mayoría de las personas tiene la tendencia a representar uno solo de los roles del triángulo, una vez inmersos en el drama, somos propensos a representar  los tres. Habrá veces en que un Salvador típico se convierta de buenas a primeras en Víctima y se sienta mártir de las situaciones (expresando por ejemplo: “Después de todo lo que he hecho por ti... o“Por mucho que uno haga, nunca es suficiente”).  Existe pues, una dinámica activa entre los roles, y nos movemos de una posición  a otra.

Veamos  el siguiente ejemplo de Ayala y Vasconcelos, de una interacción entre tres personas (vea si puede identificar los roles en el diálogo)




Dentro de un triángulo dramático no se resuelve ningún conflicto, entonces se opta por lo más sencillo que es posponer la solución. Generalmente  ocurrirán algunas interrelaciones como las siguientes: a) que un Perseguidor insista en que tiene la razón en determinada situación y allí se estanque; b) que un Salvador ceda en un conflicto por miedo, cansancio o impotencia; c) que un Perseguidor atemorice a una Víctima, logre que ésta se doblegue a sus deseos y haga lo que él quiere; d) que un Salvador logre convencer de que su postura es la mejor y la Víctima se una a su causa; e) que una Víctima manipule a un Salvador para que la proteja, se ponga de su parte o le resuelva un problema; f) que dos Perseguidores tengan una confrontación, ambos convencidos de estar en posesión de la verdad, hasta que uno de ellos asume otro rol en el triángulo dramático y se da por vencido, o que los dos cedan a la vez;g) que un cónyuge, infeliz en su matrimonio, decida (a instancias de un Salvador) no romper con su pareja por el bien de los hijos, mientras que la pareja (en su papel de Perseguidora) le recuerda que ha jurado estar con él (o con ella) hasta que la muerte los separe.

En la próxima publicación profundizaré sobre el triángulo dramático y el ego, recomendaciones para salirnos de estas conductas disfuncionales y como trascenderlas, para poder relacionarnos a través  del triángulo del Amor.


2 comentarios:

  1. Excelente artículo y muy útil Julieta. Felicitaciones. Ramiro Ponce

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  2. Muchas gracias Ramiro, un comentario muy valioso viniendo de alguien con tu capacidad y talento.

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