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domingo, 24 de mayo de 2015

Entendiendo y trascendiendo los conflictos, (2da. parte)


Llegó el momento de retomar el tema del artículo sobre los conflictos.  Como mencioné en mi artículo anterior, en esta ocasión profundizaría en torno a cómo trascender estos juegos que se dan dentro del triángulo dramático y que hacen que se perpetúen los problemas como círculos sin fin.  Resumiendo algunos conceptos básicos, recordaremos que los roles se caracterizan por patrones coherentes en el comportamiento de las personas, es decir son formas repetitivas de interactuar con los demás. Estos roles les son asignados a los niños por sus padres, desde muy temprano en la vida o también los niños los deciden tomar como una respuesta adaptativa a las influencias del ambiente.
Karpman explicó que  en el momento que se entra al triángulo, se puede jugar todos los roles.

El ego y el triángulo dramático
Estos roles son diferentes expresiones o máscaras del ego y cada rol busca llenar diferentes necesidades, por ejemplo:
      Los Perseguidores buscan tener control y dominio
      Los Salvadores buscan aprobación y reconocimiento.
      Las Víctimas buscan seguridad, cariño y atención.

Las emociones que tiende a enganchar  cada rol para entrar en el triángulo son:
       Los Perseguidores recurren a la cólera y a la crítica.
      Los Salvadores recurren a la culpabilidad y al sacrificio.
      Las Víctimas recurren al temor y a la vergüenza.

Por otro lado, también hay ciertas necesidades a nivel más profundo, que se han postergado a través de la vida en las personas que juegan preferentemente uno de los roles:
 
 Detrás de un perseguidor hay una necesidad postergada de afecto
 Detrás de un salvador hay una necesidad postergada de  reconocimiento
 Detrás de una víctima hay una necesidad postergada de confianza

Recomendaciones para sanar y trascender cada rol
 Hay una serie de dinámicas y concientizaciones que ayudarán, si se ejercitan con constancia y disciplina.  El perseguidor podrá concientizarse e ir sanando su rol en la medida que se observe a sí mismo y se dé cuenta de las situaciones que disparan sus accesos de cólera e impulsividad, así como haciéndose responsable no solo de sus propios sentimientos sino de los efectos que traen las conductas a las que recurre cuando está en este estado.  Como el perseguidor entra con frecuencia en luchas por tener la razón, el hecho de entender y concientizarse que otros también pueden estar en lo cierto y que puede haber varios puntos de vista válidos de una misma problemática, es otro ejercicio que le beneficiará.  Asimismo autobservarse para detectar aquellas conductas que repetitivamente buscan “controlar”, percibir cuáles son sus sentimientos cuando no logra controlar las situaciones y buscar alternativas a dichas conductas de control.  Algunas personas han encontrado útil darle un nombre a su Perseguidor y dialogar con él para aumentar su autoconocimiento y concientización. Finalmente reconocer sus propias carencias, limitaciones y vulnerabilidad.

Por otro lado,  el Salvador podrá concientizarse e ir sanando su rol en la medida que se observe a sí mismo y se dé cuenta de las situaciones que lo enganchan en tratar de cubrir las necesidades de otros antes que darse cuenta de cuáles son sus propias necesidades y como satisfacerlas.  Al enfocarse y hacerse cargo de su propia vida, se irá desprendiendo de la carga autoimpuesta de responsabilizarse de los demás buscando su aprobación constante con conductas complacientes.  También podrá desarrollar mayor asertividad y establecimiento de límites claros, involucrándose únicamente en asuntos que son de su incumbencia; de esta manera dejará de proteger y apoyar excesivamente a los demás y con ello entender que los demás son capaces de tomar sus decisiones y aprender de ello.  Otra de las disciplinas que lo ayudará es aprender a manejar “diferencias de opinión”, conflictos y controversias, sin recurrir a paliar o negar las situaciones para manejar los sentimientos que le producen las tensiones; contactar con dichos sentimientos y mostrarlos de una manera saludable y adaptativa, en especial, los sentimientos de enojo.  Todo esto le ayudará a dejar de transigir por miedo a romper la paz; dándose cuenta que los enfrentamientos pueden ser oportunidades para aprender y evolucionar.  Con ello también sabrá manejar  la tendencia a buscar que las personas se sientan heridos o molestos, si con ello implica incluso la desatención de sus propias necesidades. Los Salvadores se sienten culpables cuando dejan de funcionar en este rol; sobre todo, cuando otros les acusan de haberse vuelto egoístas,  e irresponsables.  Esto forma parte de su proceso de desarrollo y liberación. 
La persona que tiene la tendencia a funcionar en el rol de Victima, podrá  ir sanando su rol en la medida que se observe a sí mismo y se dé cuenta de las situaciones que lo enganchan con creencias de limitación, desprotección e incapacidad. Se requiere disciplinarse para hacer un trabajo consciente de sanación de creencias y convicciones que lo mantienen sumergido en esa postura.  A través de esta disciplina consciente irá modificando la visión que tiene de sí mismo, reconociendo sus logros por pequeños que sean, aprendiendo a quererse y ayudarse a sí mismo para evitar buscar cariño y atención en otros.  Ver el futuro con esperanza y optimismo focalizándose en sus recursos en cada momento, atreviéndose a dar pasos nuevos y enfrentar los pequeños cambios, pues recordemos que los temores se lograr superar en la medida que se les enfrenta en pequeñas dosis.  Realizar actividades que le permitan contactar con su poder personal y sus capacidades, aprendiendo a disfrutar de aplicarlas en cada momento de su vida, antes que  buscar alguien que le solucione cada situación. Retarse a si mismo frente a pequeñas dificultades que aparezcan en su camino evitando la conducta automática de darse por  vencido.

Las siguientes son creencias o formas de ver la vida que automáticamente provocan que una persona entre dentro del triángulo dramático:
·         Sólo me siento a gusto cuando me cuidan los demás.
·         La necesidades del prójimo son prioritarias.
·         Soy responsable de los sentimientos de los que me rodean.
·         A mí siempre me abandonan, debo hacer algo para evitarlo.
·         Estoy desvalido y necesito de los demás.
·         No merezco que me quieran.

 Las creencias negativas referidas a uno mismo, a los demás, o al mundo en general, significan que estamos predispuesto a caer en la respuesta de estrés es decir dentro de un rol  del triángulo.  Si esto ocurre, tratamos de hacer que las relaciones funcionen utilizando para ello procedimientos fundamentados en el  drama, con lo que, en lugar de mejorar estas relaciones, lo que hacemos es perpetuar los problemas sin encontrar salida.
Las siguientes son algunas  preguntas básicas que podemos hacernos cuando estemos en el medio de un conflicto (en cualquiera de los roles en que estemos funcionando) y que ayudan a poder ver más consciente y objetivamente la situación
     ¿Qué estoy sintiendo?
 ¿Cuál comportamiento de la otra persona se convierte en  un disparador para mí, que me conecta con ciertos sentimientos y conductas, que son típicas  en el rol que suelo funcionar con frecuencia?
 ¿Cuál es la conducta que se convierte en la respuesta habitual que doy frente a esos disparadores?
 ¿Qué comportamiento esperaría del otro? (esto trae a la conciencia las expectativas que tenemos de los demás).
 ¿Qué cambios podría hacer en mi conducta? (orienta a buscar cambios saludables fuera del triángulo)
 ¿Se requiere que ponga límites? Cuáles?
 ¿Cómo puedo modificar la relación conmigo mismo(a)?




Como se puede ver en la figura anterior y en la que sigue, una forma de superar los juegos psicológicos dentro del triángulo dramático es la transformación de cada rol, a través del aprendizaje de nuevas capacidades, según lo plantean Cornelius y Faire (1998).




También se van trascendiendo los conflictos a través del llamado triángulo del Amor, en donde cada uno de los roles se transforma en un paquete de respuestas más saludables y maduras.   El perseguidor tiene una gran energía y fuerza que se pondrá al servicio de  conductas que requieran enfoque y masculinidad (no significa hombre) enérgica, con asertividad y fuerza.  El Salvador canalizará su energía a través de conductas de femineidad cálida y protectora adecuada  y La víctima desarrollará los recursos y alegría del Niño mágico. 
Como se explicó al principio, todos podemos jugar todos los roles, por ello, también nos beneficiamos de estos nuevos enfoques, modificando nuestras interacciones a través de incorporar la energía sana de todos los roles. 


Finalmente es sanador no solo hacernos conscientes de cómo podemos engancharnos en este tipo de dinámicas y los efectos dañinos para nuestra vida y la de nuestros seres queridos, sino incorporar conscientemente los nuevos patrones del triángulo del Amor. Nos enriquecerá si podemos  ver nuestro pasado con profundo respeto y agradecimiento, aunque hoy todavía no entendamos  todo, pero haciendo el firme propósito de irlo sanando con mayor conciencia de nuestras acciones presentes.   En esa medida podemos ir haciendo los cambios para que nuestras  relaciones sean más funcionales, armónicas, sanas y satisfactorias.


martes, 14 de abril de 2015

ENTENDIENDO Y TRASCENDIENDO LOS CONFLICTOS

El tema de los conflictos está inmerso en las relaciones entre los seres humanos.  Debido a nuestras características únicas, cada uno de nosotros percibe la vida a través de determinados filtros que hace que su percepción de las situaciones sea también única.  Sin embargo hay ciertas tendencias de acuerdo a los roles que tendemos a jugar, roles que se van moldeando de acuerdo a nuestras dinámicas personales, historias familiares y sociales y personalidad.  ¿Porqué en la relación con algunas personas salen nuestros mejores aspectos y en otras, por el contrario afloran nuestras más difíciles o complicadas características?  Generalmente cuando estamos en situaciones de conflicto, se puede detectar lo que Karpman llamo el triángulo dramático.  En este triángulo se juegan tres roles ya bastante conocidos: El perseguidor, la víctima y el salvador.  Implican diferentes estados del yo o sub-personalidades.  Ninguno de los tres es mejor que el otro, solo son formas a través de las cuales nos llegamos a relacionar disfuncionalmente con los demás, con las circunstancias e incluso con nosotros mismos (as)


Entendamos cada uno de estos roles:
El perseguidor: también se le conoce como el padre crítico, el juez, el padre sombra, porque expresa una forma disfuncional de liderazgo paterno.  Es el rol que se afirma agrediendo de diferentes manera a las demás personas; puede ser criticando, descalificando,  juzgando, culpando, acusando, humillando, amenazando o ejerciendo medidas de poder si las cosas no se hacen como él quiere.  En general, en el rol de perseguidor, se quiere controlar a los demás y el ambiente, se percibe las situaciones desde una perspectiva de todo o nada, se tiene una actitud condenatoria, crítica, humillante y acusadora con los demás.  Además, en este rol, se atribuyen el derecho de hacer que los demás actúen de acuerdo a sus deseos y puntos de vista, pero en el fondo evita todo aquello que le haga contactar con sus sentimientos de incapacidad, vergüenza y vulnerabilidad.
El salvador: Se le conoce también como el “complaciente”, “sobreprotector”, mártir, o la “madre sombra” porque es una forma disfuncional de expresar afecto. Es el rol que busca afirmarse preocupándose excesivamente por las necesidades y sentimientos de los demás, incluso a costa de sus propias necesidades.  Socialmente tiende a confundirse con un espíritu caritativo, pero se debe distinguir según las motivaciones internas.  El salvador cree que si se compadece y se sacrifica por los demás, será  querido y los demás necesitaran de él.  Se considera “una buena persona” y  se siente orgulloso de su sacrificio por el prójimo, de ser servicial, responsabilizarse por el bienestar de los otros creyendo que sabe lo que es mejor para ellos. Esto finalmente se convierte en una descalificación de los  recursos y habilidades para resolver  problemas que puedan tener las demás personas.Actúa motivado por la culpa, la obligación y la responsabilidad.  En general no se hace consciente de sus propias necesidades y sentimientos y mucho menos les da la importancia que merecen y por ello termina sintiéndose agobiado, drenado y finalmente poco apreciado. Además tiende a evitar las situaciones difíciles, pretendiendo que todo está bien, apaciguando y evitando los conflictos.Todas estas características y conductas lo hacen caer fácilmente en relaciones de codependencia.
La víctima: También llamado “niño sombra”, “niño desamparado” o  “niño herido”,es una postura infantil que hace que la persona se  sienta indefensa y vulnerable.  Quien actúa en este rol, está anclado en el pasado con un  espíritu infantil y  se percibe así mismo como inexperto e incapaz de cuidar de sí mismo y de tomar decisiones.   Se siente  a merced de las circunstancias externas y de los manejos de los demás, se siente víctima de su “pasado”, de unos “genes defectuosos” o de “malas  decisiones”.  Su nivel de energía y fuerza vital son débiles y no contacta con su poder personal. Como se siente frágil o imperfecto cree necesitar cualquier tipo de ayuda o apoyo externo. Incluso puede también manipular a otros para obtener cuidados o protección, atención, aprobación, y compasión.  Cuando nos sentimosdolidos, traicionados, abandonados, incomprendidos, controlados o sintamos pena de nosotros mismos, estamos en el papel de víctimas.
  
Generalmente se requiere que tengamos un triángulo dramático interno activo, para ser enganchado por otras personas o situaciones en esta dinámica. El triángulo dramático refuerza creencias negativas del pasado limitando nuestra vida y estancándola.  Es además una forma sesgada a través de la cual percibimos nuestras relaciones con los demás  y nuestra vida en general.
Aunque la mayoría de las personas tiene la tendencia a representar uno solo de los roles del triángulo, una vez inmersos en el drama, somos propensos a representar  los tres. Habrá veces en que un Salvador típico se convierta de buenas a primeras en Víctima y se sienta mártir de las situaciones (expresando por ejemplo: “Después de todo lo que he hecho por ti... o“Por mucho que uno haga, nunca es suficiente”).  Existe pues, una dinámica activa entre los roles, y nos movemos de una posición  a otra.

Veamos  el siguiente ejemplo de Ayala y Vasconcelos, de una interacción entre tres personas (vea si puede identificar los roles en el diálogo)




Dentro de un triángulo dramático no se resuelve ningún conflicto, entonces se opta por lo más sencillo que es posponer la solución. Generalmente  ocurrirán algunas interrelaciones como las siguientes: a) que un Perseguidor insista en que tiene la razón en determinada situación y allí se estanque; b) que un Salvador ceda en un conflicto por miedo, cansancio o impotencia; c) que un Perseguidor atemorice a una Víctima, logre que ésta se doblegue a sus deseos y haga lo que él quiere; d) que un Salvador logre convencer de que su postura es la mejor y la Víctima se una a su causa; e) que una Víctima manipule a un Salvador para que la proteja, se ponga de su parte o le resuelva un problema; f) que dos Perseguidores tengan una confrontación, ambos convencidos de estar en posesión de la verdad, hasta que uno de ellos asume otro rol en el triángulo dramático y se da por vencido, o que los dos cedan a la vez;g) que un cónyuge, infeliz en su matrimonio, decida (a instancias de un Salvador) no romper con su pareja por el bien de los hijos, mientras que la pareja (en su papel de Perseguidora) le recuerda que ha jurado estar con él (o con ella) hasta que la muerte los separe.

En la próxima publicación profundizaré sobre el triángulo dramático y el ego, recomendaciones para salirnos de estas conductas disfuncionales y como trascenderlas, para poder relacionarnos a través  del triángulo del Amor.


lunes, 23 de marzo de 2015

COMUNICACIÓN, ESCUCHA ACTIVA Y RELACIONES INTERPERSONALES

Las relaciones personales son un eje central en la vida de los seres humanos y por ende la comunicación como parte central de esas relaciones. La comunicación tiene varias funciones entre ellas: intercambiar información, satisfacer necesidades del ser humano, fortalecer nuestro sentido de identidad como personas y contribuir directamente a desarrollar todo tipo de relaciones. Esta comunicación es más efectiva, enriquecedora y armoniosa si dentro de ella están contemplados elementos básicos como la escucha activa.  Escuchamos activamente cuando reconocemos y valoramos a la persona con quien nos estamos comunicando, cuando escuchamos su punto de vista aunque sea diferente del nuestro, cuando entendemos sus intereses y los tomamos en cuenta, cuando reconocemos sus sentimientos, sus valores y sus principios; es decir reconocemos la expresión única que representa cada persona.
Para saber escuchar y acompañar en la relación con las personas son importantes las siguientes recomendaciones:
  1.  Poner atención tanto a las palabras como al lenguaje no verbal, por ejemplo los gestos, la postura, el tono de voz.
  2. Enfocarse en el contenido de lo que escucha, especialmente detalles significativos que harán que la otra persona sienta que se tiene interés en ella.
  3. Responder al mensaje de la persona con retroalimentación, es decir, cuando sea adecuado, hacer un pequeño resumen o parafrasear lo que dijo (por ejemplo “lo que tu dices es que….”).  Esto ayudará a tener mayor claridad en la comunicación y evita malos entendidos.
  4. Concentrarse en la persona a quien escucha y no en los pensamientos personales.
  5. Evitar hacer juicios y muchas preguntas, para que la persona no se siente enjuiciada ni interrogada en lugar de escuchada.
  6. Evitar hacer otra actividad (como usar el celular) mientras nos hablan. Enfocarse en ser capaz de situarse en el lugar de la otra persona.
  7. Expresarse con sencillez y claridad, evitando lenguaje rebuscado o fuera de lugar.
  8. Escuchar con paciencia, tolerancia a las diferencias y aceptación.
  9. Recordar que trasmitimos a la otra persona que lo estamos escuchando cuando: afirmamos con la cabeza, sonreímos, miramos a los ojos, no interrumpimos, y hacemos alguna pregunta que demuestra interés en lo que se nos está comunicando. De esta manera nos mantenemos conectados.


Miguel Ruiz en su libro “Los cuatro acuerdos” explicó cuatro principios que son básicos en toda relación humana.  Los nombró acuerdos, y estos son:
  1. Sé impecable con tus palabras.
  2. No te tomes nada personal.
  3. No hagas suposiciones.
  4. Haz siempre tu mejor esfuerzo.

Si tenemos en cuenta estas recomendaciones, nuestras relaciones fluirán más fácilmente.
Finalmente es importante estar atento a ciertas barreras que obstaculizan la comunicación.  Algunas de ellas son los sentimientos de superioridad que hace que se tenga una actitud descalificante con la persona que se escucha; la indiferencia, que ya desde el principio trasmite al otro que no hay interés; el oído selectivo que hace que se escuche solo porciones del mensaje.  Finalmente los prejuicios que no nos permiten percibir a la otra persona ni su mensaje en forma objetiva y clara.
Recordemos que la comunicación es una de las características básicas que tenemos como seres humanos, es lo que nos mantiene conectados de una u otra manera, ya que el ser humano es esencialmente parte de grupos a los que pertenece.  Por ello es vital darle a la comunicación la importancia que merece.