El
tema de los conflictos está inmerso en las relaciones entre los seres
humanos. Debido a nuestras
características únicas, cada uno de nosotros percibe la vida a través de
determinados filtros que hace que su percepción de las situaciones sea también
única. Sin embargo hay ciertas
tendencias de acuerdo a los roles que tendemos a jugar, roles que se van
moldeando de acuerdo a nuestras dinámicas personales, historias familiares y
sociales y personalidad. ¿Porqué en la
relación con algunas personas salen nuestros mejores aspectos y en otras, por
el contrario afloran nuestras más difíciles o complicadas características? Generalmente cuando
estamos en situaciones de conflicto, se puede detectar lo que Karpman llamo el
triángulo dramático. En este triángulo
se juegan tres roles ya bastante conocidos: El perseguidor, la víctima y el
salvador. Implican diferentes estados
del yo o sub-personalidades. Ninguno de
los tres es mejor que el otro, solo son formas a través de las cuales nos
llegamos a relacionar disfuncionalmente con los demás, con las circunstancias e
incluso con nosotros mismos (as)
Entendamos
cada uno de estos roles:
El perseguidor: también se le conoce como
el padre crítico, el juez, el padre sombra, porque expresa una forma
disfuncional de liderazgo paterno. Es el
rol que se afirma agrediendo de diferentes manera a las demás personas; puede
ser criticando, descalificando,
juzgando, culpando, acusando, humillando, amenazando o ejerciendo
medidas de poder si las cosas no se hacen como él quiere. En general, en el rol de perseguidor, se quiere
controlar a los demás y el ambiente, se percibe las situaciones desde una
perspectiva de todo o nada, se tiene una actitud condenatoria, crítica,
humillante y acusadora con los demás.
Además, en este rol, se atribuyen el derecho de hacer que los demás actúen
de acuerdo a sus deseos y puntos de vista, pero en el fondo evita todo aquello
que le haga contactar con sus sentimientos de incapacidad, vergüenza y
vulnerabilidad.
El salvador: Se le conoce también como el
“complaciente”, “sobreprotector”, mártir, o la “madre sombra” porque es una
forma disfuncional de expresar afecto. Es el rol que busca afirmarse preocupándose
excesivamente por las necesidades y sentimientos de los demás, incluso a costa
de sus propias necesidades. Socialmente
tiende a confundirse con un espíritu caritativo, pero se debe distinguir según
las motivaciones internas. El salvador
cree que si se compadece y se sacrifica por los demás, será querido y los demás necesitaran de él. Se considera “una buena persona” y se siente orgulloso de su sacrificio por el
prójimo, de ser servicial, responsabilizarse por el bienestar de los otros
creyendo que sabe lo que es mejor para ellos. Esto finalmente se convierte en una
descalificación de los recursos y
habilidades para resolver problemas que
puedan tener las demás personas.Actúa motivado por la culpa, la obligación y la
responsabilidad. En general no se hace
consciente de sus propias necesidades y sentimientos y mucho menos les da la
importancia que merecen y por ello termina sintiéndose agobiado, drenado y
finalmente poco apreciado. Además tiende a evitar las situaciones difíciles,
pretendiendo que todo está bien, apaciguando y evitando los conflictos.Todas
estas características y conductas lo hacen caer fácilmente en relaciones de codependencia.
La víctima: También llamado “niño sombra”,
“niño desamparado” o “niño herido”,es
una postura infantil que hace que la persona se
sienta indefensa y vulnerable. Quien actúa en este rol, está anclado en el
pasado con un espíritu infantil y se percibe así mismo como inexperto e incapaz
de cuidar de sí mismo y de tomar decisiones. Se siente a merced de las circunstancias externas y de
los manejos de los demás, se siente víctima de su “pasado”, de unos “genes defectuosos”
o de “malas decisiones”. Su nivel de energía y fuerza vital son
débiles y no contacta con su poder personal. Como se siente frágil o imperfecto
cree necesitar cualquier tipo de ayuda o apoyo externo. Incluso puede también
manipular a otros para obtener cuidados o protección, atención, aprobación, y
compasión. Cuando nos sentimosdolidos, traicionados, abandonados, incomprendidos,
controlados o sintamos pena de nosotros mismos, estamos en el papel de víctimas.
Generalmente
se requiere que tengamos un triángulo dramático interno activo, para ser
enganchado por otras personas o situaciones en esta dinámica. El triángulo
dramático refuerza creencias negativas del pasado limitando nuestra vida y
estancándola. Es además una forma
sesgada a través de la cual percibimos nuestras relaciones con los demás y nuestra vida en general.
Aunque
la mayoría de las personas tiene la tendencia a representar uno solo de los roles
del triángulo, una vez inmersos en el drama, somos propensos a representar los tres. Habrá veces en que un Salvador
típico se convierta de buenas a primeras en Víctima y se sienta mártir de las
situaciones (expresando por ejemplo: “Después de todo lo que he hecho por ti...
o“Por mucho que uno haga, nunca es suficiente”). Existe pues, una dinámica activa entre los
roles, y nos movemos de una posición a
otra.
Veamos el siguiente ejemplo de Ayala y Vasconcelos, de una interacción entre tres personas (vea si puede identificar los roles en el diálogo)
Veamos el siguiente ejemplo de Ayala y Vasconcelos, de una interacción entre tres personas (vea si puede identificar los roles en el diálogo)
Dentro de un triángulo dramático no se
resuelve ningún conflicto, entonces se opta por lo más sencillo que es posponer
la solución. Generalmente ocurrirán
algunas interrelaciones como las siguientes: a) que un Perseguidor insista en
que tiene la razón en determinada situación y allí se estanque; b) que un
Salvador ceda en un conflicto por miedo, cansancio o impotencia; c) que un
Perseguidor atemorice a una Víctima, logre que ésta se doblegue a sus deseos y
haga lo que él quiere; d) que un Salvador logre convencer de que su postura es la
mejor y la Víctima se una a su causa; e) que una Víctima manipule a un Salvador
para que la proteja, se ponga de su parte o le resuelva un problema; f) que dos
Perseguidores tengan una confrontación, ambos convencidos de estar en posesión
de la verdad, hasta que uno de ellos asume otro rol en el triángulo dramático y
se da por vencido, o que los dos cedan a la vez;g) que un cónyuge, infeliz en
su matrimonio, decida (a instancias de un Salvador) no romper con su pareja por
el bien de los hijos, mientras que la pareja (en su papel de Perseguidora) le
recuerda que ha jurado estar con él (o con ella) hasta que la muerte los separe.
En la próxima publicación profundizaré sobre el
triángulo dramático y el ego, recomendaciones para salirnos de estas conductas
disfuncionales y como trascenderlas, para poder relacionarnos a través del triángulo del Amor.