Llegó el momento de retomar el tema del
artículo sobre los conflictos. Como
mencioné en mi artículo anterior, en esta ocasión profundizaría en torno a cómo
trascender estos juegos que se dan dentro del triángulo dramático y que hacen
que se perpetúen los problemas como círculos sin fin. Resumiendo algunos conceptos básicos,
recordaremos que los roles se caracterizan por patrones coherentes en el
comportamiento de las personas, es decir son formas repetitivas de interactuar
con los demás. Estos roles les son asignados a los niños por sus padres, desde
muy temprano en la vida o también los niños los deciden tomar como una
respuesta adaptativa a las influencias del ambiente.
Karpman explicó que en el momento que se entra al triángulo, se
puede jugar todos los roles.
El ego
y el triángulo dramático
Estos roles son diferentes expresiones o máscaras del ego y cada rol
busca llenar diferentes necesidades, por ejemplo:
• Los
Perseguidores buscan tener control y dominio
• Los
Salvadores buscan aprobación y reconocimiento.
• Las
Víctimas buscan seguridad, cariño y atención.
Las emociones que tiende a enganchar cada rol para entrar en el triángulo son:
• Los Perseguidores recurren a la cólera y a la
crítica.
• Los
Salvadores recurren a la culpabilidad y al sacrificio.
• Las Víctimas
recurren al temor y a la vergüenza.
Por
otro lado, también hay ciertas necesidades a nivel más profundo, que se han
postergado a través de la vida en las personas que juegan preferentemente uno
de los roles:
Detrás de un perseguidor
hay una necesidad postergada de afecto
Detrás de un salvador
hay una necesidad postergada de reconocimiento
Detrás de una víctima hay una necesidad
postergada de confianza
Recomendaciones
para sanar y trascender cada rol
Hay una serie de dinámicas y
concientizaciones que ayudarán, si se ejercitan con constancia y
disciplina. El perseguidor
podrá concientizarse e ir sanando su rol en la medida que se observe a sí mismo
y se dé cuenta de las situaciones que disparan sus accesos de cólera e
impulsividad, así como haciéndose responsable no solo de sus propios
sentimientos sino de los efectos que traen las conductas a las que recurre cuando
está en este estado. Como el perseguidor
entra con frecuencia en luchas por tener la razón, el hecho de entender y
concientizarse que otros también pueden estar en lo cierto y que puede haber
varios puntos de vista válidos de una misma problemática, es otro ejercicio que
le beneficiará. Asimismo autobservarse
para detectar aquellas conductas que repetitivamente buscan “controlar”, percibir
cuáles son sus sentimientos cuando no logra controlar las situaciones y buscar
alternativas a dichas conductas de control.
Algunas personas han encontrado útil darle un nombre a su Perseguidor y
dialogar con él para aumentar su autoconocimiento y concientización. Finalmente reconocer sus propias carencias, limitaciones y vulnerabilidad.
Por otro lado, el Salvador podrá
concientizarse e ir sanando su rol en la medida que se observe a sí mismo y se
dé cuenta de las situaciones que lo enganchan en tratar de cubrir las
necesidades de otros antes que darse cuenta de cuáles son sus propias
necesidades y como satisfacerlas. Al
enfocarse y hacerse cargo de su propia vida, se irá desprendiendo de la carga
autoimpuesta de responsabilizarse de los demás buscando su aprobación constante
con conductas complacientes. También
podrá desarrollar mayor asertividad y establecimiento de límites claros,
involucrándose únicamente en asuntos que son de su incumbencia; de esta manera
dejará de proteger y apoyar excesivamente a los demás y con ello entender que
los demás son capaces de tomar sus decisiones y aprender de ello. Otra de las disciplinas que lo ayudará es
aprender a manejar “diferencias de opinión”, conflictos y controversias, sin
recurrir a paliar o negar las situaciones para manejar los sentimientos que le
producen las tensiones; contactar con dichos sentimientos y mostrarlos de una
manera saludable y adaptativa, en especial, los sentimientos de enojo. Todo esto le ayudará a dejar de transigir por
miedo a romper la paz; dándose cuenta que los enfrentamientos pueden ser
oportunidades para aprender y evolucionar.
Con ello también sabrá manejar la
tendencia a buscar que las personas se sientan heridos o molestos, si con
ello implica incluso la desatención de sus propias necesidades. Los Salvadores
se sienten culpables cuando dejan de funcionar en este rol; sobre todo, cuando
otros les acusan de haberse vuelto egoístas, e irresponsables. Esto forma parte de su proceso de desarrollo
y liberación.
La persona que tiene la
tendencia a funcionar en el rol de Victima, podrá ir sanando su rol en la medida que se observe
a sí mismo y se dé cuenta de las situaciones que lo enganchan con creencias de
limitación, desprotección e incapacidad. Se requiere disciplinarse para hacer
un trabajo consciente de sanación de creencias y convicciones que lo mantienen
sumergido en esa postura. A través de
esta disciplina consciente irá modificando la visión que tiene de sí mismo,
reconociendo sus logros por pequeños que sean, aprendiendo a quererse y
ayudarse a sí mismo para evitar buscar cariño y atención en otros. Ver el futuro con esperanza y optimismo
focalizándose en sus recursos en cada momento, atreviéndose a dar pasos nuevos
y enfrentar los pequeños cambios, pues recordemos que los temores se lograr
superar en la medida que se les enfrenta en pequeñas dosis. Realizar actividades que le permitan
contactar con su poder personal y sus capacidades, aprendiendo a disfrutar de
aplicarlas en cada momento de su vida, antes que buscar alguien que
le solucione cada situación. Retarse a si mismo frente a pequeñas dificultades
que aparezcan en su camino evitando la conducta automática de darse por vencido.
Las
siguientes son creencias o formas de ver la vida que automáticamente provocan
que una persona entre dentro del triángulo dramático:
·
Sólo me siento a gusto cuando
me cuidan los demás.
·
La necesidades del prójimo
son prioritarias.
·
Soy responsable de los
sentimientos de los que me rodean.
·
A mí siempre me abandonan, debo hacer algo para evitarlo.
·
Estoy desvalido y necesito de
los demás.
·
No merezco que me quieran.
Las
creencias negativas referidas a uno mismo, a los demás, o al mundo en general,
significan que estamos predispuesto a caer en la respuesta de estrés es decir
dentro de un rol del triángulo. Si esto ocurre, tratamos de hacer que las
relaciones funcionen utilizando para ello procedimientos fundamentados en
el drama, con lo que, en lugar de mejorar
estas relaciones, lo que hacemos es perpetuar los problemas sin encontrar
salida.
Las siguientes son algunas preguntas
básicas que podemos hacernos cuando estemos en el medio de un conflicto (en
cualquiera de los roles en que estemos funcionando) y que ayudan a poder ver
más consciente y objetivamente la situación
¿Qué estoy sintiendo?
¿Cuál comportamiento de la otra persona
se convierte en un disparador para mí,
que me conecta con ciertos sentimientos y conductas, que son típicas en el rol que suelo funcionar con frecuencia?
¿Cuál es la conducta que se convierte en
la respuesta habitual que doy frente a esos disparadores?
¿Qué comportamiento esperaría del otro?
(esto trae a la conciencia las expectativas que tenemos de los demás).
¿Qué cambios podría hacer en mi
conducta? (orienta a buscar cambios saludables fuera del triángulo)
¿Se requiere que ponga límites? Cuáles?
Como se
puede ver en la figura anterior y en la que sigue, una forma de superar los
juegos psicológicos dentro del triángulo dramático es la transformación de cada
rol, a través del aprendizaje de nuevas capacidades, según lo plantean
Cornelius y Faire (1998).
También
se van trascendiendo los conflictos a través del llamado triángulo del Amor, en
donde cada uno de los roles se transforma en un paquete de respuestas más
saludables y maduras. El perseguidor tiene una gran energía
y fuerza que se pondrá al servicio de
conductas que requieran enfoque y masculinidad (no significa hombre) enérgica,
con asertividad y fuerza. El
Salvador canalizará su energía a través de conductas de femineidad
cálida y protectora adecuada y La
víctima desarrollará los recursos y alegría del Niño mágico.
Como
se explicó al principio, todos podemos jugar todos los roles, por ello, también
nos beneficiamos de estos nuevos enfoques, modificando nuestras interacciones a
través de incorporar la energía sana de todos los roles.
Finalmente es sanador no solo hacernos conscientes de cómo podemos
engancharnos en este tipo de dinámicas y los efectos dañinos para nuestra vida
y la de nuestros seres queridos, sino incorporar conscientemente los nuevos
patrones del triángulo del Amor. Nos enriquecerá si podemos ver nuestro pasado con profundo respeto y
agradecimiento, aunque hoy todavía no entendamos todo, pero haciendo el firme propósito de
irlo sanando con mayor conciencia de nuestras acciones presentes. En esa medida podemos ir haciendo los
cambios para que nuestras relaciones
sean más funcionales, armónicas, sanas y satisfactorias.